“Verde que te quiero verde”, repetía Lorca en uno de sus más conocidos poemas, y ahora pareciera que el pedido, con un fin bien diferente al del magnífico escritor español, se multiplica en “azul que te quiero azul”. Aunque también hay quien los quiere grises o color miel.
Se trata de un proceder quirúrgico que, aunque no es totalmente nuevo, ha cobrado reciente auge a partir de las redes sociales y de habérselo aplicado algunas figuras de la farándula: la queratopigmentación.
Hasta hace unos años, el uso de lentes de contacto cumplía el sueño de quienes anhelaban tener los ojos de un color diferente al propio. Luego de sentirse felices por unas horas, llegaban a sus casas, pestañeaban un par de veces para retirarse las lentillas y la carroza se convertía en calabaza.
Pero ahora, con este procedimiento -que infiltra pigmento en un microtúnel que crea en la córnea para modificar el color del iris- se hace irreversible el cambio de color de los ojos.
Dicho así suena muy bien. Pero -descontando que el precio de la operación oscila entre los 5.000 y los 10.000 euros en el viejo continente, y alcanza unos 12.000 dólares en países como Estados Unidos- voces autorizadas en el mundo de la oftalmología indican que es una alternativa francamente desaconsejable.
Entre sus consecuencias señalan la posibilidad de sufrir las llamadas descompensaciones corneales, que llevan a la pérdida de la transparencia de la córnea. Y ello, para solucionarse, pudiera precisar de un trasplante de córnea.
Pero en caso de no llegar a tal extremo, la pérdida de transparencia haría imposible cualquier intervención de cataratas u operación de retina, si así se requiriera posteriormente.
El doctor Pedro Grimaldos, por ejemplo, miembro de la Asociación Profesional de Oftalmólogos de Española, refirió a la agencia EFE: "La desaconsejo por motivos científicos. Es una cirugía, no se trabaja en el iris, el iris no cambia de color, se trabaja en la córnea donde se pone delante el colorante... El colorante tapa tu campo visual, no ves por los lados y genera un problema de visibilidad periférica".
Por si fuera poco, añadió que también la operación podía generar un rechazo “ya que se introduce un cuerpo extraño en el organismo y el resultado no es regular ni homogéneo”.
Un reciente artículo publicado en US Today a propósito de la queratopigmentación asegura que “Los oftalmólogos están desesperados por hacerle saber a todos esos esperanzados de ojos azules y verdes que están siendo engañados por las supuestas historias de éxito en línea”.
Aun cuando esta intervención resulta menos riesgosa que el implante de cornea -otra de las alternativas para cambiar el color de los ojos-, en general, todos esos procederes “conllevan riesgos que incluyen sensibilidad extrema a la luz, glaucoma, cataratas, enfermedades de la córnea, pérdida de visión y ceguera. Los efectos secundarios pueden aparecer poco después del procedimiento o tardar años en desarrollarse”, precisó la doctora Melissa Daluvoy, profesora adjunta de oftalmología en la Facultad de Medicina de la Universidad de Duke.
Entonces, sopesando riesgos y beneficios, parece que no vale la pena el intento. Además, en este caso tampoco vale aquello de “todo depende del color del cristal con que se mira”.
FOTO: Tomada de CubaSí