Con la evacuación de las tropas peninsulares, y el inmediato arribo de las fuerzas de ocupación estadounidenses a la ciudad de Holguín entre 1898 y 1902, se produjo un incesante esfuerzo por el saneamiento de la urbe tras varios años de irregularidades en el comportamiento sanitario debido fundamentalmente al período bélico 1895- 1898 que condujo al fin del colonialismo español en Cuba.

A partir de ese momento constituyó una regularidad en el comportamiento cívico de la ciudadanía holguinera, el mantenimiento de la limpieza del sistema de plazas públicas de la ciudad a medida que se erigían estatuas y monumentos a iniciativa del Consejo Provincial de Oriente. Tales acciones homenajeaban de manera perpetua el panteón independentista de la patria.

La consulta de las actas del ayuntamiento de las primeras décadas republicanas, permiten aseverar que la entidad administrativa de la ciudad, acordó y exigió, que cada vecino de la urbe noooriental mantuviese limpio el frente de sus viviendas y la calle de su vecindad; así como el embellecimiento de los parques públicos de Holguín.

No contando el Ayuntamiento con fondos para ello, se tomó el acuerdo de crear Comisiones de Señoras y Señoritas encargadas de su embellecimiento y de la recaudación de dinero para llevar a cabo esa empresa. La Comisión del Parque Céspedes la presidería Doña Dolores Mir; por su parte, la Comisión del Parque Martí, estaría encabezada por Doña Teresa Castellanos. A estos parques, así como al Parque Calixto García, se les sembraron árboles y se les colocaron bancos.

Por otro lado, la falta de agua en los parques de la urbe holguinera, provoca que Juan Albanés proyectase que el pozo existente en el Parque Mantilla – actual Parque Infantil- surtiese de agua a los restantes parques de la ciudad mediante una tubería maestra, la que serviría en el futuro de un pequeño acueducto, al partir de ella los ramales que los vecinos solicitasen.

Otra de las cuestiones sociales que acaparó la atención del ayuntamiento holguinero durante los primeros años del siglo XX, fue la regulación del comportamiento de las prostitutas dentro de la ciudad. Actividad estereotipada por las familias lugareñas, debía ser limitado su alcance y ejecución.

Así las cosas, el establecimiento en la ciudad de Holguín, de la Zona de Tolerancia, se solicitó el 2 de mayo de 1910 por Lancho Barriga. Esta zona constituiría un medio de perseguir la prostitución clandestina y evitar con ello “el espectáculo inmoral de verlas por nuestras calles y poder controlar la propagación de enfermedades venéreas. Había sido exigida por el Jefe Local de Sanidad el 17 de abril de 1912 y por el Alcalde García Leyva en uno de sus mensajes: “atendiendo a la moral y al mejoramiento de las costumbres”, y poder así, “teniéndolas agrupadas en un solo lugar, que éstas se dediquen allí a cumplir la misión que voluntariamente se han impuesto, sin necesidad de vejarlas ni de maltratarlas.

Finalmente, la creación oficial de la Zona de Tolerancia en la ciudad de Holguín ocurrió el 13 de marzo de 1913, escogiéndose para ella, la calle Máximo Gómez esquina a Garayalde hasta la salida de San Andrés, no sin la protesta de algunos de los vecinos de esa zona, desechada por el Ayuntamiento, debido a que ese era el lugar en que mayor número de prostitutas siempre había existido, nombrándosele desde la etapa colonial, con el nombre de PUNTA BRAVA.

Fuentes Consultadas:
01. Albanés Martínez, Juan: Historia breve de la ciudad de Holguín. Holguín, Editorial Eco, 1947
02. Archivo Histórico Provincial de Holguín: Fondo Gobierno Municipal de Holguín (1899- 1958). Actas de Ayuntamiento
03. García Castañeda, José Agustín: La municipalidad holguinera, comentarios históricos (1898- 1955), Holguín, Imprenta Hermanos Legrá, 1955
04. Periódico Norte. Edición Monumental. Agosto de 1958


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