El 28 de abril de 2023 se cumplen 113 años del fallecimiento del político e intelectual cubano Martín Morúa Delgado, considerado tras su deceso como el “padre de la fraternidad racial cubana”. Desde muy joven, Morúa procuró lograr en su fecunda vida, que la efectiva representación social de los negros y mulatos en la sociedad insular se lograba acudiendo a la educación como alternativa idónea.

Esta acción de superación individual constituía una opción objetiva para que los negros y mestizos accedieran a las zonas adjudicadas por los blancos al poseer éstos un nivel educacional cualitativamente superior. Como era de esperar, tal modalidad fue asumida por un selecto grupo que alcanzó cierta representación social.

Además, para Morúa Delgado resultaba inaplazable la inserción de negros y mestizos en los partidos políticos como una ruta eficaz para alcanzar sus reivindicaciones sociales dentro de la sociedad cubana.

La vida política de Morúa Delgado se puede dividir en dos períodos. Uno, matizado por la evolución de una conciencia nacional que transita desde el reformismo, el liberalismo separatista al autonomismo. En el otro, gesta su conciencia republicana e integración racial para consolidar el estado nacional establecido en 1902.

A los 21 años de edad comenzó a desempeñarse como un polemista y escritor de envergadura. Así, en su natal Matanzas, creó el periódico El Pueblo el 16 de noviembre de 1879 [ Leopoldo Borrego Estuch, el biógrafo de Martín Morúa Delgado expresó que tras muchos esfuerzos pudo inaugurar en el mes de noviembre de 1879, el periódico El Pueblo con periodicidad semanal, ocupando su dirección. En su mismo domicilio, en la calle San Cristóbal entre San Francisco y Merced, barriada de Pueblo Nuevo, Matanzas.

Por la modestia de los recursos instaló su redacción. El nombre del barrio donde había nacido y formado, y el contenido integral del vocablo le inspiraron ese título. El lema que le colocó muy sugerente y significativo: “Sin libertad no hay vida, más sin ilustración no hay libertad”. (Leopoldo Borrego Estuch: Martín Morúa Delgado; vida y mensaje, Comisión Nacional del Centenario de Don Martín Morúa Delgado, La Habana, 1957, pag. 21) , cuyo fundamental objetivo consistió en defender los intereses de los negros y de refrendar el papel que éstos debían desempeñar en la sociedad insular.

El contexto en que Morúa Delgado creó su medio publicístico, se encontró signado por la complejización de la sociedad colonial, proceso que se inició desde el primer cuarto del siglo XIX. La Ley de Libertad de Imprenta-vigente durante el trienio liberal 1820- 1823- propició la evolución del periódico- diario. Así, progresivamente, durante la segunda mitad del siglo XIX se consolidó una prensa escrita de mucha calidad. Por ejemplo, tres de los diarios del período prebélico como El Siglo, El Triunfo o El País, resultaron voceros del liberalismo político inseparable de los círculos intelectuales de la Mayor de las Antillas. Luego, tras diez años de una cruenta guerra, aunque no se logró la independencia política de la metrópoli española, ocurrieron varios fenómenos interesantes que marcaron el destino inmediato y mediato de Cuba. Los cubanos se habían aglutinado como pueblo; una clase dirigente criolla salida de los campos de batalla dotada de una leyenda de valentía y arrojo se consolidaba en el imaginario popular; los insurrectos negros fueron declarados libres; y comenzaba a vertebrarse una nacionalidad mestiza. Poco tiempo después, en 1886, fue abolida definitivamente la esclavitud, en buena medida como consecuencia de la Guerra de los Diez Años.

Ideológicamente, Morúa Delgado puede considerarse un liberal moderado. La Isla de Cuba había pasado una contienda bélica muy violenta, que aunque no llegó a toda su geografía si cobró la vida de miles de criollos y peninsulares. El pueblo cubano debía asumir con disciplina las reformas aplicadas por la metrópolis tras el Pacto del Zanjón y estimular la asunción de las ideas ilustradas, progresistas y modernas que prevalecían en el mundo occidental en ese último cuarto del siglo XIX. Así, expresó Morúa Delgado: creemos que si bien la revolución destruye una parte, una parte del país, instruye la otra y de ahí, que si mucho se pierde, algo se gana, que si pierden los que mueren o arruinan, ganan los que sobreviven en inteligencia y derechos[ Martín Morúa Delgado: Filosofía de “El Pueblo”. En Martín Morúa Delgado: Obras Completas, Tomo III. Integración cubana y otros ensayos, pag. 112
]. Seguidamente interviene así: (…) Si no hubiera la revolución del 68, no sucediera la Paz de 78; y a no ser la Paz de 78, no sucediera el tinte de asociación y algunas cortas concesiones, que aunque cortas no teníamos antes (…) solo anhelamos la paz que es lo único que puede hacer a nuestra patria grande, próspera y feliz (…) No queremos guerra, queremos paz; no queremos separaciones, anhelamos nuestra estrecha unión, nuestra mejor entendida fraternidad[ Ibid., pág.113.

El acceso a ciertos niveles de instrucción constituyó una condición ineludible para Morúa en el fortalecimiento cívico de los habitantes de la Mayor de las Antillas. Los aires de la Ilustración, preconizado en buena medida por las libertades políticas concedidas durante el interregno 1878- 1895, fueron refrendados por el joven periodista matancero. Así lo hizo saber en los trabajos aparecidos en El Pueblo:
“ (…) Amor, galas, lujo, riquezas, noblezas, dignidades, libertad, fraternidad e igualdad, todo, todo, lo creemos ver reasumido la palabra ILUSTRACIÓN (…) anhelado e imperecedero cimiento que solidifica el sostenimiento progresivo de todas las naciones libres (…) Un hombre instruido no puede ser un siervo que se subyuga; un hombre ilustrado es un hombre libre. Solo esto queremos. Nada se logrará si no se destruye la más terrible de las servidumbres; la servidumbre de la ignorancia (…)”[ Martín Morúa Delgado: ob.cit.., pág. 115.

Su crítica sutil a la política imperante en Cuba, provocó su detención por las autoridades coloniales el 14 de abril de 1880. Al poco tiempo, fue puesto en libertad por falta de pruebas[ Perla Cartaya Cotta: ob.cit..

Consideró necesario, salir temporalmente del país, y decidió trasladarse a Estados Unidos, nación que se encuentra entonces en franca etapa de Reconstrucción después de la Guerra de Secesión (1861- 1865).

Martín Morúa Delgado, en su estancia en Estados Unidos, continuó con su empeño de crecer en su condición humana. Así, en 1881, residente en Cayo Hueso, La Florida, se desempeñó como tipógrafo, incrementó su nivel de lectura y asimiló más de un idioma. Se comunicó perfectamente en inglés, francés, italiano, portugués, italiano e incluso en una especie de esperanto denominado volapuk. Este amplio dominio idiomático resultó muy favorable cuando trabajó como lector de tabaquería. Fungió como maestro que debe saberlo todo y explicarlo todo, porque su auditorio lo pregunta y lo discute todo[ Leonardo Griñán Peralta: Morúa, líder de la política de integración nacional. Conferencia leída en el Salón de la Biblioteca Central de la Universidad de Oriente en noviembre de 1956. En Por la identidad del negro cubano, Ediciones Caserón, Santiago de Cuba, 2011, pág. 288

Vuelve a incursionar en el periodismo. Elaboró enjundiosos trabajos relacionados con la libertad, la integración nacional o el futuro de Cuba. Tras siete años residiendo en una república federal, donde el estado de derecho garantizaba la división de poderes y el equilibrio entre éstos; sus análisis irían en esa dirección como el futuro e ideal destino para los cubanos, quienes de manera evolutiva disfrutarían de un estado nacional donde sus ciudadanos serían iguales jurídicamente.
En un artículo publicado en La República, de Nueva York el 5 de febrero de 1887 resaltó la cualidad del hombre libre en la formación de una república; al propio tiempo que destacó aquéllos próceres que lucharon por la emancipación humana y los complejos caminos transitados para alcanzar tal condición:

“El hombre libre empieza por reconocer y respetar la libertad de todos los hombres (…) Por eso el esclavo cambia por completo su manera de vida cuando asciende a la condición de libre (…) Juan Francisco Manzano y Ambrosio Echemendía, hacen de las cadenas del esclavo un pedestal que los levanta a muchos metros sobre el nivel de Moré o Balmaceda. De ahí que Bolívar sea más grande que Felipe II (…)[ Martín Morúa Delgado: ob.cit.., pág. 120- 121].
Más adelante, enfatizó Morúa: “La libertad es accesible a todos los hombres. El que no nace en esa condición puede escalar a ella. La humanidad va siempre tras lo difícil. Le embriaga la lucha; desdeña lo suave; vuelve la espalda al llano y sube la escabrosa montaña, porque el progreso es una ascensión interminable”[ Ibíd.., pág. 121].

Durante su estancia en Estados Unidos, Morúa Delgado advirtió sobre el significado que se adjudicaba la modernidad ante la virtual independencia de Cuba. Consideraba éste que los cubanos se encontraban en situaciones favorables para asumir las ideas modernas:

“El pueblo cubano (…) se encuentra en las más favorables condiciones para aceptar y hacer suyos todos los grandes ideales del progreso de nuestro siglo. El cubano ama la libertad sobre todas las cosas (…)[ Ibíd.., pág. 151]. Más adelante expresa que (…) el cubano, dentro o fuera de Cuba, está en buenas condiciones para practicar el ensanchado programa del siglo XIX. Nuestro pueblo se apasiona instantáneamente de todos los principios de reforma, de libertad. Esclavo de toda la vida, al ver cerca de sí una reforma liberal cualquiera la abraza, ya no hay poder humano que le desenlace de ella”[ Ibid., pág. 152].
En mayo de 1882, Morúa Delgado se dirigió a esta última urbe con el objetivo ineludible de publicar el ensayo histórico y sociológico titulado Ensayo político o Cuba y la Raza de Color. Mediante este folleto, su autor consideró que más temprano que tarde, la Mayor de las Antillas alcanzaría la libertad. Además condicionaba ésta a la indispensable integración de sus hijos.

En dicho ensayo, Martín Morúa Delgado realizó una disertación sobre las causas que condujeron a la Revolución Haitiana de finales del siglo XVIII, y como el miedo al negro fue manipulado por las autoridades metropolitanas y la oligarquía azucarera en Cuba durante todo el siglo XIX. No obstante, incursionó en dos aspectos cardinales de la historia cubana: el papel y lugar adjudicado por la raza negra; así como la resonancia del liberalismo y republicanismo inmanentes en la ideología de los forjadores de nuestra nación y nacionalidad. En ello, resultó fundamental la influencia de las Revoluciones de las Trece Colonias en Norteamérica 1776- 1783) y la Francesa (1789). Así expresó Morúa Delgado: “Los hombres de color piden uno y otro día y anhelan confundirse en estrecho abrazo con los blancos, de quienes desean tratados cual hermanos. La bandera tricolor que ondeó en Yara ostenta rojo triángulo, símbolo de la idea republicana, cuyos tres grandes principios son, Libertad, Igualdad y Fraternidad. Cuba independiente no reconocerá diferencias entre sus ciudadanos, que gozarán de los mismos derechos, libres todos, todos iguales y hermanos como hijos de la misma madre, la patria, Cuba”.[ Martín Morúa Delgado: Ensayo político o Cuba y la raza de color. En Martín Morúa Delgado: Obras Completas, Tomo III, pág. 52

La idea de la unión armónica de las principales etnias que integran la sociedad cubana es regularmente acentuada por Morúa en todo su ensayo. Para él fue indispensable que se cumpliera ese precepto patriótico. Ello iniciaría la construcción de un estado nacional donde se respetara la igualdad de derechos de todos sus ciudadanos:

“En Cuba necesitamos independencia de España, así como de toda otra nación. Abranse para la raza negra las puertas de la enseñanza y del ejercicio de sus adelantos; crea el blanco en el amor del negro; crea el negro en la sinceridad del blanco, y la unión que resulte de esta franca exposición y práctica de ambos sentimientos, nos traerá la independencia de la isla, que no se hará esperar, no obteniendo otros resultados que el renacimiento de la riqueza pública, y la efectividad del progreso general”.[ Ibíd.., pág. 63

Fuentes utilizadas:

01. Barcia Zequiera, María del Carmen: Capas populares y modernidad en Cuba (1878- 1930), La Habana, Editorial de Ciencias Sociales, 2009.
03. Cartaya Cotta, Perla: ¿Quién fue Martín Morúa?. En Palabra Nueva (documento en soporte digital).
04. Cordoví Núñez, Yoel: Liberalismo, crisis e independencia en Cuba, La Habana, Editorial de Ciencias Sociales, 2003.
05. Estévez Rivero, Sandra, Pedro Castro Monterrey, Olga Portuondo Zúñiga (coordinadores): Por la identidad del negro cubano, Santiago de Cuba, Ediciones Caserón, 2011.
06. Fernández Robaina,Tomás: El negro en Cuba; colonia, república y revolución, La Habana, Ediciones Cubanas, ARTEX, 2012.
07. Fuente, Alejandro de la: Una nación para todos; raza, desigualdad y política en Cuba. 1900-2000, Madrid, Editorial Colibrí, 2000.
08. García Ronda, Denia (compiladora): ¡Aquí estamos!; el negro en la obra de Nicolás Guillén, La Habana, Editorial de Ciencias Sociales, 2008.
09. Horrego Estuch, Leopoldo: Martín Morúa Delgado; vida y mensaje, La Habana, Edición de la Comisión Nacional del Centenario de Martín Morúa Delgado, 1957.
11. Morúa Delgado, Martín: Obras Completas., La Habana, Edición de la Comisión Nacional del Centenario de Martín Morúa Delgado, 1957, 3 volúmenes
Fuentes primarias:

- Archivo Nacional de Cuba: Fondo Donativos y Remisiones. Legajos 475 y 621.

 

 


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