Mientras más sepas, mejor. Deberías conocer que existen varias enfermedades óseas, propias de los maxilares y que  como cualquier otra condición de salud ocasionan malestar y preocupación a los que las padecen.

Las enfermedades del tejido óseo facial son aquellas que interesan los huesos de esta región. Por solo citar las más comunes, tenemos: la osteomielitis( infección de la médula ósea por  microorganismos), los tumores óseos benignos y malignos y la displasia fibrosa. 

Te adelanto que existen muchas más, pero hoy haremos un alto en la displasia fibrosa monostótica de los maxilares. Es una enfermedad rara en la que el tejido óseo normal es reemplazado por tejido fibroso y cicatricial, lo que resulta en la formación de lesiones óseas benignas.

Esta afección casi siempre afecta a un solo hueso ( cuando involucra a un grupo de huesos se le llama displasia fibrosa poliostótica) y puede causar deformidad, dolor, fragilidad de los huesos y fracturas.

Su origen está en una mutación genética que afecta a las células óseas y provoca un crecimiento anormal del tejido fibroso en lugar de hueso sano. Se puede presentar de forma esporádica o estar asociada a algunas enfermedades genéticas.

Existen diferentes formas y grados de severidad, puede afectar la forma, tamaño y posición del maxilar.

Los síntomas  pueden incluir: Asimetría facial, dificultad para masticar, problemas para cerrar la boca adecuadamente, dolor mandibular o en la articulación temporomandibular, dificultad para hablar y problemas respiratorios por obstrucción de las vías respiratorias superiores.

Su diagnóstico se puede realizar mediante  una serie de exámenes que ayudan a discernir  la causa y  extensión de la enfermedad. Los exámenes más comunes en el diagnóstico de enfermedades óseas maxilares incluyen:

1. Radiografías: Las radiografías simples, las radiografías panorámicas y periapicales, son útiles para visualizar los huesos maxilares y evidenciar posibles fracturas, tumores, infecciones u otras anormalidades óseas.

2. Tomografía axial computarizada: Proporciona imágenes detalladas en 3D de los huesos maxilares, permitiendo una evaluación precisa del hueso y la detección de enfermedades como osteomielitis, tumores o fracturas.

3. Resonancia magnética: Para evaluar tejidos blandos y huesos en áreas como la articulación temporomandibular.

4. Biopsia: En casos en los que se sospeche un tumor óseo o una infección grave, se puede realizar una biopsia para obtener una muestra del tejido afectado, analizarlo en el laboratorio para confirmar el diagnóstico.

5. Analítica de sangre: Pueden ser útiles para detectar signos de infección o inflamación y  evaluar los niveles de marcadores óseos que indican la presencia de enfermedades óseas.

6. Escintigrafía ósea: Examen nuclear que puede ayudar a detectar zonas localizadas con aumento o disminución de la actividad metabolica útil en el diagnóstico de osteomielitis y tumores óseos.

El tratamiento de esta enfermedad dependerá de la causa y gravedad de la misma. No es objetivo del artículo describir todas las opciones de tratamiento, pero sí dejar claro que la opción quirúrgica es la conducta en la mayoria de los casos teniendo en consideración el alto grado de afectación  funcional y estética en estos pacientes. Se realiza una cirugía de camuflaje (Disimular quirúrgicamente, dando a algo el aspecto de otra cosa) para remodelar el tejido deformado y lograr la funcionalidad de las estructuras involucradas.

De  sospechar que puedes padecer de una displasia maxilar, es sensato consultar a un cirujano maxilofacial y en conjunto, con un equipo de otras Especialidades, realizar una evaluación detallada y determinar un plan de tratamiento. Es fundamental evaluar esta condición de manera oportuna para prevenir complicaciones y mejorar la función y estética de la región facial.

FOTOS: Sitios Medicina Internet


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