Nunca estamos preparados para esos golpes terribles. Merecedor de un lugar muy especial en nuestros corazones, mucho mas que el de un entrañable amigo, y compañero de fila en la profesión que abrazamos, nuestro Gualterio, marcha a la eternidad. Nunca quisiéramos proclamar noticias tan difíciles, pero esa es la cruda realidad que hoy nos embarga. Acaba de fallecer Ricardo Gual Hernández, una pérdida verdaderamente irreparable.

Combatiente internacionalista en Angola, periodista de profesión, un amor lo trajo a Holguín, aquí echó raíces, y la televisión lo acogió para siempre, distinguiéndose con brillante dominio, y excepcional valentía, en casos policíacos, y de la defensa, así como enfrentamientos a huracanes, y otros desastres, dejando en estos una huella, difícil de superar, resumida en una frase que lo inmortaliza: "Así lo vimos, y así lo decimos".

Delegado de circunscripción durante varios años, su liderazgo popular y bien ganado prestigio trascendieron, en mucho, las fronteras de su barrio. Su bondad lo llevó a idear, y liderar un proyecto para la construcción de viviendas para los trabajadores del sector periodístico, con su más alto exponente en la terminación de la "Villa feliz"

Como un guerrero, fuerte y tenaz, resistió el ataque de una cruel enfermedad, pero no pudo vencerla, y así, su corazón, cargado de la esperanza que albergaba de poder ser atendido en un prestigioso centro hospitalario especializado santiaguero, y ya en la ruta, al estar hoy, en su natal ciudad de Palma Soriano, no resistió,  y dejó de latir para siempre, poniendo fin a una vida de total entrega y consagración.

A Gualterio, "nombre de guerra" con el que lo bautizamos, hace cerca de cuarenta años,  le acompañaron dos grandes valores que lo distinguen eternamente y lo hacen inolvidable: Su nobleza como ser humano, y su demostrada valentía en el ejercicio del periodismo.

Pero no  se nos marcha Gualterio, sin recibir, ademas de la sincera conmoción popular y gremial, como justamente merecía, el Hacha de Holguín, máximo reconocimiento que se otorga en esta, su querida provincia adoptiva, y también el Premio por la Obra de la Vida, que, personalmente, tuve el inmenso honor de poner en sus manos el 14 de marzo de este año, después de leerse el acta del jurado,  en nombre de la Unión de periodistas de Cuba, durante aquel acto inolvidable, mitad alegría, mitad tristeza, al que, atacado por el cáncer que lo consumía, aun pudo asistir, en el parque José Martí, ante la presencia de las autoridades políticas y de gobierno, y un grupo de sus amigos y compañeros del gremio periodístico.

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