Se pueden encontrar en sitios insospechados de la piel. En algunos casos el sol nunca les llega, en otros se observan a la primera mirada. El tatto se ha convertido en una moda, tendencia por todo el mundo, y en la ciudad de Holguín abundan por las calles.

Aquí es común la existencia de tattuadores o picadores como ellos mismo se nombran. Según Rafael Sosa, uno de los que se dedican a este oficio, hay muchos que pican por toda la Ciudad de los Parques. Algunos populares, y además existen los más cotizados. 

Algo llamativo es que en la actualidad no solo los hombres se dedican a este arte u oficio, también las mujeres. Incluso algunas de ellas son reconocidas y admiradas por sus colegas.

Para los que nunca han visto hacer un tatto, les puedo decir que se necesita destreza y exactitud, en parte por los rotulados de los dibujos, pero además por el peso y vibraciones de la pieza que forma el equipo para tattuar.

En total la máquina está compuesta por bobinas, martillo, cañón, punto, platina, soporte de las agujas y el mueble. Además no pueden faltar la fuente que genera la electricidad y un pedal que va recibiendo los impulsos del pie, como si fuera una costurera en su máquina de coser.

Por otro lado deben estar guantes, agujas, tinta para tattuaje y pigmento de tatto. En estos tiempos de VIH no se pueden pasar por alto las medidas de protección, así como las de esterilización de la piel con agua destilada y alcohol. Los picadores deben de tener las agujas y guantes desechables. Estos requisitos lo deben de tener en cuenta cualquier artista de la piel, y también la persona que ha decidido llevar un tatto. Ah y no puede faltar un buen catalogo para ayudar a elegir al cliente.

Después de hacerse el tatto, según lo explicado por los picadores no se debe aguantar sol, ni bañarse en piscina pues el agua contiene cloro. Por eso ellos deben tapar su obra con un nylon durante cuatro horas y saber aplicar el antibiótico requerido. Para plasmar el tatto deseado los picadores tienen algunas opciones, llevar el diseño grabado a la piel o pintarlo sobre la epidermis. El color más utilizado es el negro, pues entre otras cosas se puede degradar y no se aconseja mezclar la tinta en la búsqueda de colores.

Existen diversos tipos de tatto, a la hora de realizarlos el más común es con la máquina y agujas, pero también aparecen los de relieve, cortados y quemados. Me atrevo a decirles que en estos casos debe ser algo doloroso haciendo honor a su nomenclatura.

En la actualidad dentro de los pedidos más complicados y a la vez de mayor moda sobre todo en las damas se encuentran las técnicas de maquillaje en ojos, cejas (Microblading) y labios. 

Algunas personas deciden hacerse un tatto para esconder alguna cicatriz. En esos casos por una cuestión de olvidar algún hecho desagradable y que recuerdan cada vez que observan la huella sobre la piel, entonces optan por dibujar sobre la epidermis algo que esconda el pasado.

El tatto se puede ver por estos días tanto en mujeres como en hombres. Este gusto tampoco cree en edades pues lo mismo podemos observarlos en el cuerpo de una quinceañera que en las señoras de cuatro décadas. En el caso de los caballeros los más musculosos eligen llevarlos en bíceps, tríceps y pechos, mientras que los de cuerpo menudo optan por zonas más pintorescas. 

En cuanto a la cantidad de tatto algunos se conforman con uno, mientras que otras y otros deciden convertir sus cuerpos en galerías y hacerlas andar por toda la ciudad. Los tatuajes y picadores seguirán por todo el mundo y también en Holguín, exhibiendo nuevas formas y diseños. Es una costumbre, tradición, que se va conservando como los colores sobre la piel.   

FOTOS: Yaciel Peña de la Peña


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