Mayo es famoso en Cuba por sus lluvias, pero en toda el área del océano Atlántico, el mar Caribe y el golfo de México es mes de preparación ante la temporada ciclónica que se abre el primer día del mes de junio. Es un periodo de varios meses en que los ciclones tropicales se convierten en el tema principal y “entre col y col”, hablar del calor omnipresente.

Ya desde el mes precedente comienzan a salir a la luz las perspectivas para la venidera temporada, que cada vez provienen de fuentes más numerosas: universidades, servicios meteorológicos nacionales, empresas privadas y hasta grupos de entusiastas, para ir luego con el avance de la temporada comparando predicciones y realidad.

Las formas de presentación varían, casi todas pronostican la cantidad de tormentas tropicales o tormentas nombradas (las que abarcan las tormentas tropicales y huracanes), ya que las depresiones tropicales son sistemas que se desarrollan efímeramente en un ambiente poco favorable y es precisamente en lo que se enfocan estas perspectivas, en el aporte del ambiente circundante a que se formen más sistemas ciclónicos y estos puedan desarrollarse.

También quedan fuera de estos números los ciclones subtropicales, que como vimos tienen características que no corresponden totalmente a la zona tropical, por lo que no responden a los mismos factores que sus parientes del trópico, aunque algunos a la larga evolucionan hacia ciclones tropicales, e incluso, alcanzan a convertirse en huracanes.

Con respecto a las formas de enunciar estos pronósticos, en muchos casos contienen, además, cantidad de huracanes y de estos los intensos (categoría tres o superior), que en algunos es mediante un número y en otros un rango de valores. Recientemente se hace uso de otra métrica para medir la actividad ciclónica tanto pronosticada como registrada, Energía Ciclónica Acumulada (ACE en inglés), que combina no solo la cantidad de ciclones y su intensidad, sino también su longevidad.

El 2025

La tendencia de todos los pronósticos publicados va hacia una temporada activa, es decir algo por encima de los valores normales, algunos más “agresivos” que otros. El porqué son las altas temperaturas en el océano Atlántico y la ausencia de un evento ENOS o El Niño como más se le conoce, aunque en ambos casos no son tan propicias como en 2024. Si desea conocer más sobre cómo se elaboran estos pronósticos, conversamos brevemente acerca de ese tema en una entrega anterior.

Desde Cuba

El pasado 7 de mayo se hizo público el Pronóstico de la actividad ciclónica del 2025 para el Atlántico Norte, que desde hace casi 30 años emite el Instituto de Meteorología (Insmet), y que será actualizado en el mes de agosto, previo al periodo de máxima actividad y de mayor peligro para Cuba.

Particularmente, hace énfasis en las zonas ciclogenéticas o de formación, que siguiendo el comportamiento habitual tienen su mayoría de formaciones en el océano Atlántico con dos tercios del total según la predicción del Insmet, el resto lo completan el mar Caribe y el golfo de México, este último con el menor número.

Esto se complementa con las probabilidades de formación de un huracán en el mar Caribe y que al menos uno llegue a esa zona geográfica proveniente del océano Atlántico, las cuales son alta y moderada respectivamente.

También se incluye la probabilidad de afectación hacia Cuba, una cifra que sí es necesario analizar de manera diferente, porque como se aclara en la publicación, el valor porcentual mostrado no puede ser valorado sin compararlo con el peligro climatológico. Este término no es más que la probabilidad histórica de que Cuba sea afectada por un huracán, por lo que la cifra del 50 %, aunque le parezca algo elevada, no está muy alejada del 35 % histórico, categorizándolo de moderado.

Las “arrancadas”

Los ciclones tropicales no entienden de calendarios ni de fronteras político-administrativas. Sin embargo, de alguna manera es necesario organizar la información histórica, aunque en la realidad y meteorológicamente no haya ninguna diferencia entre un ciclón “fuera de temporada” formado el 31 de mayo con otro el 1ro de junio, los que van a aparecer en casillas distintas.

Como promedio, en los 30 años comprendidos entre 1991 y 2020, la primera tormenta tropical se forma el 20 de junio y el primer huracán el 11 de agosto. Sin embargo, esta fecha, son el fruto de combinar temporadas que han iniciado mucho más tempranas y otras más tardías. Recontando las últimas 10 podemos ver una gran parte de ellas se adelantaron a la fecha, en una tendencia que se mantuvo durante 7 años consecutivos, lo que llevó a pensar a algunos y hasta sugerir que debía adelantarse la fecha de inicio de las temporadas ciclónicas atlánticas para el mes de mayo.

El inicio se quedó fijo en el mes de junio, sin embargo, en respuesta a dar una mejor cobertura a la aparición temprana de estos sistemas, el Centro Nacional de Huracanes (NHC) desde 2021 adelantó para el 15 de mayo la emisión de las Perspectivas del Tiempo Tropical, en las que se analiza la probabilidad de formación de ciclones tropicales hasta 7 días.

FOTO: Archivos Web


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