Era un 12 de julio de 1815, nacía una mujer mestiza, casi analfabeta pero con mucha inteligencia natural, madre de 14 hijos, considerada justamente por los cubanos como la Madre de la Patria, supo empinarse sobre su tiempo, educar una tropa de héroes y ser ejemplo de decoro, valentía y grandeza.

Su cuerpo pasaba los 50 años de edad cuando Mariana marchó a la manigua junto a dos hijas mujeres y dos de los varones y otros familiares. Allí sufrió con valentía lo duro de la vida en campaña, las extenuantes caminatas, muchas veces bajo lluvias y hasta ciclones, la temprana muerte en combate de su esposo y luego la pérdida de varios de sus hijos por el fuego enemigo.

Durante los diez años que duró la Guerra Grande trabajó en hospitales de campaña del Ejército Libertador, atendiendo heridos y enfermos, carente de medicamentos, empleando solo la medicina verde y mucho amor, de ahí que, según el historiador Fernando Figueredo, todos querían atenderse con Mariana. Pero también arreglaba la ropa de los mambises, trasladaba armas y pertrechos, daba consejos y aliento a los desanimados, fortaleciendo su fe en la victoria;asimismo, transmitió siempre optimismo, tenacidad y resistencia ante las adversidades.

Los diez años que duró la Guerra Grande se dedicó a trabajar en hospitales de campaña del Ejército Libertador, atendiendo heridos y enfermos, carente de medicamentos, empleando solo la medicina verde y mucho amor, de ahí que, según el historiador Fernando Figueredo, todos querían atenderse con Mariana. Pero también arreglaba la ropa de los mambises, trasladaba armas, daba consejos y aliento a los desanimados, fortaleciendo su fe en la victoria.
Sobrados los motivos para que sea nombrada Madre de la Patria Cubana.

Sus restos descansan hoy en el Cementerio Santa Ifigenia, junto al Padre de la Patria Carlos Manuel de Céspedes, el Héroe Nacional José Martí y el Comandante en Jefe, Fidel Castro.

FOTO: Radio Rebelde


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