No es casual que la historia guarde en sus páginas disímiles efemérides que confluyeron a mejorar aspectos tácticos y dejaron valiosas enseñanzas para los posteriores triunfos, cuyo desencadenamiento final ocurrió el Primero de Enero de 1959. La Guerra Chiquita es uno de esos hechos.

Aunque el primer pronunciamiento ocurrió la noche del 24 de agosto de 1879, en un sitio entre Gibara y Holguín, fue la tarde del 26 cuando José Maceo, Guillermón Moncada y Quintín Banderas abandonaron Santiago de Cuba en busca de la manigua. Cobraba bríos la que pasaría a la historia de Cuba como la Guerra Chiquita. 

La honra de los mejores cubanos había sido salvada el 15 de marzo de 1878 con la Protesta de Baraguá, protagonizada por el Lugarteniente General Antonio Maceo, opuesta de manera tajante a la deposición de las armas independentistas.

Pero la Revolución de Yara se encontraba en realidad herida de muerte por razones también internas, además de las externas, al cabo de 10 años de combates devastadores a las alturas de 1878, de modo que ni aun el coraje, ni la dignidad pudieron entonces salvar la continuidad de la campaña. Pero permaneció la voluntad de la recuperación y la perseverancia, bajo las condiciones de dispersión y persecución impuestas por España.

El comienzo de la Guerra Chiquita, dirigida desde el exilio por el general Calixto García, mostró que el espíritu de Baraguá animaba a la causa noble de los libertarios, aunque ciertamente todavía no se habían superado muchos de los motivos que minaron la unidad y fortaleza de ese movimiento, lastrado por caudillismos regionales, la fuerza ganada por el anexionismo, intrigas imperdonables y crecientes manifestaciones de racismo.

Así se extendieron los levantamientos por varios meses y provincias, hasta que factores adversos condujeron a la deposición de las armas en los diferentes territorios alzados el 3 de diciembre de 1880.

En total se presentaron cinco mil 381 insurrectos y los patriotas sufrieron un total de 170 muertos, 109 heridos y 307 prisioneros en el año que duró la guerra, la cual costó a España 417 bajas. Adicionalmente, mil 500 revolucionarios fueron extraditados del país.

Las experiencias de los preparativos y el desarrollo de la conspiración, los alzamientos y la Guerra Chiquita, constituyeron una importante enseñanza para todo el proceso de organización de la Guerra Necesaria, la cual sería preparada por José Martí y el Partido Revolucionario Cubano..

 ¿Por qué fracasó este movimiento armado? Algunos historiadores alegan entre los factores adversos la falta de un liderazgo político y militar, existencia de prejuicios raciales, posición reaccionaria de los partidos políticos burgueses existentes en Cuba, efectividad de las acciones políticas y militares desarrolladas por las autoridades coloniales durante su etapa de preparación y realización.

Aunque su amarga derrota militar dolió, tuvo una gran significación histórica, demostró la validez del ideal independentista y la inquebrantable decisión del pueblo cubano de obtener su emancipación; enseñó, una vez más, el carácter imprescindible de lograr unidad en la organización y conducción del movimiento revolucionario.

Sin duda, la experiencia adquirida por los generales revolucionarios en la Guerra Chiquita fue una gran ayuda para ellos, y después de la Guerra del ’95 y la Guerra Española-Estadounidense, Cuba obtuvo su independencia de España, aunque de forma parcial debido a la Enmienda Platt que los Estados Unidos colocaron en la constitución cubana.

FOTO: Periódico Invasor

 


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