Construida en 1927, la Casa Ordoño, desafía las inclemencias del tiempo,testigo de la historia local, encarnando los sueños y las penas de sus habitantes, especialmente del comerciante español Felipe Ordoño Díaz, su primer propietario. La Casa Ordoño comenzó como un centro de actividad comercial. En la planta baja, amplios almacenes acogían la diversidad de los negocios de Felipe. 

Pero no solo era un empresario;también era un hombre de familia. En la planta alta, dos viviendas gemelas ofrecían refugio a su hogar, donde la risa de sus hijos y el murmullo de las conversaciones de invitados inundaban el aire.

Sin embargo, la historia de Felipe Ordoño no puede contarse sin mencionar la figura central de su vida, su amada Isabel Camps. El velo de tristeza que envolvió su vida tras su partida lo refugió en la construcción de un mirador en la cubierta del edificio. Este espacio, se convirtió en el observatorio de un amor eterno. 

Se dice que, desde allí, Felipe pasaba horas contemplando el horizonte, donde el mar se encuentra con el cielo. El mirador, ha perdurado como símbolo de devoción .A través de los murmullos del viento, algunos afirman poder sentir su presencia, que se desliza en el espacio, como si Felipe aún estuviese allí, en la contemplación de la tumba de Isabel situada en la cima del cementerio, custodiando una paz que solo el amor verdadero puede otorgar. Hoy, la Casa Ordoño permanece como un monumento a la memoria. 

Aunque el tiempo ha pasado y el bullicio comercial de la planta baja se ha desvanecido, la esencia de Felipe y su legado sigue vivo. Los visitantes que se detienen en el hoy hotel sienten la nostalgia en el aire, una mezcla de amor y pérdida que los envuelve. Algunos, al subir hacia el mirador, dicen que todavía pueden ver la silueta de Felipe, guardando vigilia sobre la tumba de Isabel, esperando el momento en que el viento del mar les permita reunirse una vez más. 

Desde el 2013 hasta la actualidad ,lo encontramos como "Hotel Ordoño" ; es un recuerdo viviente de un amor que desafía la muerte, un espacio donde las emociones fluyen libremente, donde el pasado y el presente se entrelazan y, donde cada ladrillo cuenta una historia de amor, pérdida y esperanza. Una joya que invita a cada corazón a mirar con los ojos del alma, para sentir el eco de un amor que nunca morirá.

FOTO: Juan Pablo Carreras Vidal


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