Los delfines mueven su mundo con saltos, piruetas y sonidos. Pero ahora, por primera vez, la ciencia ha captado otra faceta fascinante de su vida social: los delfines también se sonríen entre sí cuando juegan. 

Un nuevo estudio publicado revela que el gesto de abrir la boca durante el juego no solo es intencionado, sino que funciona como una poderosa señal visual entre compañeros. Y lo más asombroso: si un delfín sonríe, su amigo suele devolverle el gesto en una sincronía tan rápida como emocional.

Durante décadas, la imagen de los delfines con las comisuras de la boca curvadas ha fascinado a los humanos. Se les atribuye una expresión permanente de felicidad. Pero eso es solo una ilusión anatómica. La verdadera historia detrás de esa supuesta sonrisa empieza ahora a revelarse, y lo que han observado los científicos cambia nuestra forma de entender la comunicación entre estos cetáceos.

Captar una sonrisa bajo el agua

Un equipo internacional liderado por investigadores de las universidades de Pisa y Turín ha documentado en vídeo más de mil sonrisas reales entre delfines nariz de botella (Tursiops truncatus). En total, analizaron más de 80 horas de grabaciones en dos parques marinos europeos, captando comportamientos espontáneos de juego sin intervención humana entre 22 delfines.

Lo que observaron no fue solo anecdótico. El 92% de las veces en que un delfín abría la boca durante el juego lo hacía cuando estaba jugando con otro delfín, y casi nunca en solitario. Y lo más revelador: el 89% de esas veces lo hacía cuando su rostro estaba dentro del campo visual del otro, como si quisiera asegurarse de ser visto.

En aproximadamente un tercio de las ocasiones, el compañero respondía con el mismo gesto en menos de un segundo. Este fenómeno, conocido como “mímica facial rápida”, es bien documentado en primates y otros mamíferos sociales, pero nunca se había observado de forma clara en un mamífero marino.

La rapidez con que los delfines responden a la sonrisa de otro —13 veces más frecuente cuando lo ven que cuando no— sugiere que no es casualidad ni sincronía de movimientos, sino un reflejo social, quizás incluso emocional. Este descubrimiento, más allá de su valor científico, nos conecta con algo muy humano. 

Ver a dos delfines “sonriéndose” mientras juegan es una imagen poderosa. Nos recuerda que el juego no es solo entretenimiento, sino una forma esencial de comunicación, vínculo y aprendizaje en muchas especies. Y sugiere quizás, lo que consideramos únicamente humano no lo sea tanto después de todo.

FOTO: Archivo Web


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