El repique de la campana en el ingenio La Demajagua, Manzanillo, en el oriente del país, significó hace 156 años un triunfo de las ideas independentistas, frente al integrismo hispano y las corrientes reformistas y anexionistas.
El gesto de Céspedes se adelantó a la detención de los conspiradores prevista en una orden del capitán general Francisco Lersundi, la cual hubiera retrasado el proceso por tiempo indeterminado. Esa mañana el patricio bayamés pronunció la declaración de independencia conocida como Manifiesto de la Junta Revolucionaria de la Isla de Cuba o Manifiesto del 10 de octubre.
Así comenzó esta primera guerra independentista que duró 10 años y tuvo un carácter nacional-liberador, democrático y antiesclavista. Maduró una conciencia nacional patriótica entre los cubanos, y aunque la oligarquía esclavista se mantuvo sometida a España, se fundó para siempre la nación cubana.
El fuerte peso de la esclavitud en la economía de la colonia permitió a España mantener encadenada a Cuba cuando la mayor parte de los países hispanoamericanos alcanzaron su independencia.
El 10 de octubre de 1868 fue, por tanto, el momento crucial en que, al fin, rompió Cuba el dogal que la oprimía y altiva y libre irguió su cabeza, dando inicio a un extraordinario proceso revolucionario que tendría continuidad en años posteriores, como se afirma en el Manifiesto de Montecristi: “La revolución de independencia, iniciada en Yara después de preparación gloriosa y cruenta, ha entrado en Cuba en un nuevo período de guerra, (…).”
De acuerdo con Fidel Castro, solo hay una Revolución Cubana desde Céspedes hasta nuestros días, incluida la que triunfó en enero de 1959.
FOTO: Tomada de Cubadebate